miércoles, 16 de mayo de 2007

Una con un café tostado italiano


Ayer nos juntamos con mi amigo Carlos a "actualizarnos" respecto de nuestras vidas. Hacía casi un mes que no nos veíamos y eso es extraño en dos amigos con más de 25 años de historia en común, de compartir el día a día, dentro y fuera del colegio, de la facultad, de los trabajos.

25 años de historias con asados en la terraza de mi casa en Palermo. 25 años yendo a bailar a "On The Grow" (¿se llamaba así, Carli?) o a "Fire & Ice" y sus sucesivos nombres. O de los "asaltos" en nuestras casas, allá lejos en la primaria, cuando las chicas traían la comida y nosotros la bebida... la Coca Cola o una Fanta Naranja para los más exóticos. 25 años descubriendo amores a la salida de los colegios de ellas o en quintas o en bailes o a las amigas de la novia de... esas cosas que a todos, alguna vez nos sucedió.

Ayer arrancamos hablando por teléfono, pero había tanto y estábamos tan cerca que... "¿Che, vamos a tomar un café?" -le pregunté- "Vamos -dijo Carlos- ahora salgo para allá".

Yo pedí uno tostado italiano, según dicen en Café Martínez es 100% tostado natural, con un aroma y un sabor muy pronunciado con tonos de caramelo. Tienen razón, aunque el sabor, una vez degustado, se impone al aroma. Carlos pidió un selcto Martínez, un café de una intensidad media que incluso diluyó pidiéndolo cortado.

Entre sorbo y sorbo, hablamos sobre su trabajo en acción social en barrios de emergencia; sobre los retiros espirituales que él coordina dentro de un grupo católico dominico. Un poco de café que se mezcla con la sangre y yo mecho algo de mi trabajo de profesor de periodismo, algo de literatura. Benedicto XVI apareció misteriosamente como tema de conversación transformado en el obispo Ratzinger, y ahí nos quedamos: en temas de religión Carlos disfruta entre la gente mientras yo estudio el catecismo y la teología en la biblioteca. Tal vez por eso no pueda rechazar completamente a Ratzinger. Tal vez por eso haya abandonado la doctrina de los administradores de la fe de Cristo.

El café se acaba, nos lo sirvieron con un vasito de soda y unas cookies de vainilla azucaradas. Ese café se lleva mejor con los chocolates, un bombón relleno con crema de frutilla por ejemplo. Pero cada uno atiende su negocio y uno respeta los maridajes propuestos.

Nos vamos, arreglamos para almorzar el martes e intentar encontrar al tercero de nuestro círculo íntimo, ese que anda deambulando por el olvido con serios riesgos de perderse para siempre.

Afuera llovizna, "garúa" diría un tango. Yo camino por la calle Marcelo T. de Alvear mientras Carlos arranca el auto hacia algún destino que él solo conoce. El tostado intenso italiano, todavía recorre mis venas.

CAFE MARTINEZ 1933, Talcahuano 948
café $3.90.- (Dls 1.30.-)
americano $4.40.- (Dls 1.50.-)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bueno! me dieron ganas de ir a tomar un cafè.

Chouhy dijo...

Tómese uno papelonera, se lo recomiendo.

Eso sí, no olvide de llevarse un amigo o amiga a quien no vea hace tiempo... para ponerse al día.